En nuestra condición de país relativamente joven (sobre todo si los comparamos con los más de 5000 de una histórica pero vigorosa China), podemos hacer perfectamente una analogía con un muchachito adolescente: aún no encontramos nuestra identidad, intercalamos rigor con blandura, le echamos la culpa a los demás por algunos errores cometidos, intentamos resolver problemas a último momento cuando todo se desmorona, en fín, nos falta "un golpe de horno", una maduración REAL como sociedad.
¿A que viene la autocrítica? No soy amigo de las generalidades, pero hay algo que siempre me resultado paradójico y ha llamado poderosamente mi atención, y es que pese a siempre autodenominarnos como "país crisol de razas" (aunque huela más a mito que a realidad, y el concepto raza esté hoy en desuso), nos cuesta mucho aceptar lo diferente.
Hemos utilizado los motes más rídiculos para denominar a nuestras primeras corrientes inmigrantes: tano, gallego (a cualquier español, sin importar su vecindad), gringo, franchute, turco (pese a que los árabes no se parecen ni por asomo), negro, ruso (a la colectividad judía), primero con un tinte despectivo, hasta casi absorberlos como parte del lenguaje.
Peor suerte corrieron los que fueron llegando después, hermanos de países limítrofes que fueron adoptando apodos mucho menos felices, y que no vale la pena que los reproduzca, porque desgraciadamente aún siguen en vigencia.
La última, y no por ello menos importante, corriente inmigratoria tiene como protagonistas a mis amigos: la diáspora China. Hoy por hoy, la cuarta colectividad en número en nuestro país.
Se dice mucho y se sabe poco de ellos, el desconocimiento nos ha llevado a inventar las historias más desopilantes sobre su origen, sus costumbres y forma de vida. Algunos prejuicios son tan hirientes que me han provocado entrar en más de una discusión. Quienes los conocemos más de cerca, podemos asegurar que nunca dejamos de sorprendernos de sus cualidades.
Si a esto le sumamos nuestra incapacidad de distinguir entre aquellos que tengan ojos rasgados, e independientemente de su origen (sea japonés, coreano, mongol) se les diga Chinos, agregamos un obstáculo más a nuestra capacidad de entenderlos.
Suerte que muchos de ellos cruzaron el charco y se han transformado, entre otras cosas, en nuestros almaceneros, que sin quererlo, saben más de nosotros que nadie: nuestros horarios de trabajo, qué y cuanto comemos, si estamos o no de humor. Y a fuerza de muchos "Hola, amigo/a" y "Muchas Glacias" se van ganando nuestro corazón. Sin olvidarnos claro, de profesores de idioma y artes marciales, médicos, dueños de restaurantes, empresarios, y la lista sigue...
Es por eso que siguiendo a Albert, e intentando destruir más prejuicios, les comparto un video bastante simpático hecho por un productor chino que muestra en 10 minutos (si es que esto fuese posible) una pequeña idea de que se trata este gigante llamado China.
A pesar de estar desactualizado (ahora estamos en el Año de la Serpiente), dá datos y opiniones muy interesantes, algunos de los cuales, debo decir, no estoy totalmente de acuerdo, pero que por algo han sido recalcados en forma de autocrítica por un productor de esa nacionalidad. Que lo disfruten!.